lunes, 22 de noviembre de 2021

Travesura infantil



Hubo un pequeño momento de distracción.
Lucas sonrió satisfecho y Tara se sintió confundida mientras seguía caminando insegura hasta la puerta.
¿Le habían metido algo en la mochila? Una vez cerca del dintel de la puerta, se giró y volvió a mirar. Sus ojos se agudizaron con total desconfianza, mientras Lucas recostaba su antebrazo en el hombro de Raúl y ambos la miraban con esa risita odiosa y aquel brillito de maldad en las pupilas.
Intentó girarse de nuevo para salir del salón de clase lo antes posible. El presentimiento de que otra vez la utilizarían para alguna estúpida y oscura travesura, la hizo estremecer y apurar el paso.
Pero antes de que consiguiera salir del todo, ya se escuchaba el croar del sapo dentro de la mochila colgada a su espalda, ya se le sentía al animal saltando dentro, intentando escapar.
Tara soltó un grito desesperado, y empezó a correr en cualquier dirección dentro del salón, intentando al mismo tiempo deshacerse de la mochila a toda velocidad, el terror la hacía torpe, y tardó más segundos de lo normal en conseguirlo, mientras gritaba histérica retorciendose de asco.
Ante la risa divertida de todos los compañeros,Lucas y Raúl se dieron un choque de puños, mientras Tara les atravesaba con la mirada... ya había tenido suficiente, ahora se iban a enterar.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Un café



Leire introdujo la taza en el microhondas con cuidado, con esas blanquísimas y delgadas manos, con blanquísimos y delgados dedos.
Pulsó el botón de inicio, esperó unos segundos...sacó la taza y la tocó con atención. Al notarla fría la introdujo de nuevo.
Esto se repitió dos veces más, hasta que Paúl poniendo los ojos en blanco, y resoplando exasperado, se adelantó y le arrebató la taza de las manos, y la metió al microhondas, aumentó la potencia y pulsó el botón de inicio de nuevo.
Leire bajó la mirada avergonzada, mientras sus mejillas se llenaban de sangre a tal punto que podían verse claramente las finas venitas enredadas bajo su piel.
Entonces Paul se quedó mirándola en un estado que no sabría describir.
Un calor recorrió su estómago. Ella no se dió cuenta, no quería ni podía alzar la vista. 
Cuando el aparato marcó el fin de su trabajo, la chica sacó la taza, cerró la puertecilla del microhondas y dando la vuelta se marchó. Dejando a Paul deseando no haber sido tan brusco y grosero por una vez.