El abrumador sonido del día niebla mis pensamientos, carga mi
mente y camufla mis más sinceros sentimientos haciéndolos falsos e
inexistentes.
El ir y venir de una habitación a la otra, el preparar de cada
cosa en su lugar y el constante mirar de un reloj que avanza indolente, sin
esperar a que el alma se conecte y
descubra, detrás de cada cosa que hago , el simple y sensual placer de
estar viva.
La mañana comienza con fuerza, y el día transcurre como un
sinfín tren de una cosa tras la otra, sin pausa, el mover de un quehacer se
convierte en tres quehaceres más.
¿Y si no estuviera aquí?... ¿y si me hubiese ido?
Mi cuerpo cae derrotado sobre un suave sofá y mi alma suspira
un extraño canto…¿y si muero mañana? ¿Y si hubiese muerto ya?
Me relajo lentamente, mientras veo mi vida pasar… pronto no
estaré aquí, y todas las cosas que hago no valdrán de nada, si no las he vivido
intensamente.
¿De qué vale todo lo que hago? ¿Y todo lo que he hecho? Si mis
pasos y movimientos no salen de lo profundo de mi ser…si no son un reflejo de
lo que soy y de lo que pienso…no sirven de nada.
Elia Ballestero.