sábado, 20 de noviembre de 2021

Un café



Leire introdujo la taza en el microhondas con cuidado, con esas blanquísimas y delgadas manos, con blanquísimos y delgados dedos.
Pulsó el botón de inicio, esperó unos segundos...sacó la taza y la tocó con atención. Al notarla fría la introdujo de nuevo.
Esto se repitió dos veces más, hasta que Paúl poniendo los ojos en blanco, y resoplando exasperado, se adelantó y le arrebató la taza de las manos, y la metió al microhondas, aumentó la potencia y pulsó el botón de inicio de nuevo.
Leire bajó la mirada avergonzada, mientras sus mejillas se llenaban de sangre a tal punto que podían verse claramente las finas venitas enredadas bajo su piel.
Entonces Paul se quedó mirándola en un estado que no sabría describir.
Un calor recorrió su estómago. Ella no se dió cuenta, no quería ni podía alzar la vista. 
Cuando el aparato marcó el fin de su trabajo, la chica sacó la taza, cerró la puertecilla del microhondas y dando la vuelta se marchó. Dejando a Paul deseando no haber sido tan brusco y grosero por una vez.


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